María Fernanda Zuluaga y el sitio de la pintura
La obra de María Fernanda Zuluaga se sitúa en una doble confluencia; a pesar de ser más joven, se le ha identificado con la generación abstracta que se consolida en los noventa, la cual buscó poner en cuestión desde una perspectiva contemporánea la larga tradición de la pintura abstracta en nuestro país el legado moderno que va desde Ramírez Villamizar y Negret a Carlos Rojas y con ellos, su pintura ha desbordado el soporte para situarse en el espacio tridimensional.
Su trabajo pictórico, que involucraba elementos translúcidos como una forma de evidenciar la presencia del muro -soporte primario del "cuadro"- ha ido paulatinamente desbordando el soporte convencional del bastidor para recurrir al espacio mismo de exposición, en un principio sus paredes, pero más adelante sus techos y muros. Y al hacerlo, ha evidenciado la naturaleza de Esos espacios. En este sentido, la obra actual de María Fernanda Zuluaga es dependiente del sitio en que se exhibe. En la exposición A través del espejo:
Autorreflexión de la pintura l, presentó una serie de superficies casi blancas a las que se superponían acrílicos de colores, que llegaban a desbordar el formato pictórico para interferir el espacio visual del espectador. Su trabaio fue sitiuado en la sala Marta Traba, espacio arquitectónico de difíciles condiciones museográficas, en el que todo tipo de circunstancias interfieren en la obra:
El contundente volumen de la escalera, las superficies de pisos y muros realizadas en materiales "en bruto", la luz natural que proviene de la Biblioteca, el ruido que se desborda del espacio social de la cafetería. Este recinto es tan complejo que pone en evidencia, por oposición, que en realidad nunca hay un espacio "neutro" el peso institucional del espacio tiene también un efecto en la obra (el "cubo blanco" en una ciudad de provincia no es el mismo cubo blanco en el MOMA). Los fragmentos de acrílicos de colores, a la vez que significan un desborde de lo pictórico (una abstracción del pigmento) hacia el espacio circundante, implican una mirada hacia los espacios "funcionales" del Museo (su biblioteca, sus oficinas) y al hacerlo, revelan las implicaciones políticas del soporte institucional que el MAM representa.
Para esta exposición, se le ha situado en un espacio aún más difícil (¿Qué espacio en el MAM no lo es?), contiguo a donde ya se había colocado su obra antes (lo cual es llevar a un extremo la frase de Daniel Buren que afirma que "obra y espacio deben implicarse mutuamente" Al explayarse en el recinto como una red de metro, Zuluaga propone al espectador una serie de recorridos por su pintura - el observador decide cual tomar- y al hacerlo, deconstruye no solamente ciertos carácteres asociados a la pintura (como la unidad y la estructura de cuadro) sino la del sitio de exposición, evidenciando en su anárquica apropiación, la naturaleza caprichosa y escultórica del bello espacio de Salmona. Con ocasión de A través del espejo, Zuluaga afirmaba: "Estas obras intentan, como las ventanas de Bachelard, apropiarse del espacio. En ellas lo que se ve desde los acrílicos, pertenece al cuadro también". Zuluaga se refería todavía a su trabajo como "cuadro", poniendo de manifiesto que la integración del espacio se daba desde el exterior hacia la imagen concentrada de la obra: En “La memoria en el espacio”, la obra se libera de la noción de un cuadro entendido como objeto unitario, para desestructurarlo completamente, en una propuesta en la que, la presencia del espacio -soporte primario de toda actividad artística- se ve exacerbada.
José Ignacio Roca
La pintura en el espacio - Expansión
Bienal del Museo de Arte Moderno de Bogotá
Año 2000
mf.zuluaga20@gmail.com