A TRAVÉS DEL ESPEJO.

 

A través de sus diferentes trabajos, María Fernanda Zuluaga ha convertido el color en un objeto, liberándolo de la característica que lo definía como cualidad intrínseca de la pintura. Esta afirmación puede corroborarse en la aproximación a algunas obras suyas, elaboradas sobre soportes blancos, que reciben el color por medio de elementos externos, como la fibra óptica o el iluminador. Para referirse a este proceso, la artista ha hablado en forma metafórica, de "vestir" sus obras, consiguiendo que sobre un plano sin cromatismo, los colores tengan la entidad de elementos añadidos a la superficie. Cuando su trabajo es despojado del "vestido" queda al desnudo el lino crudo.

 

"Realizo una puesta en escena de la pintura, en la cual, los que habían sido sus elementos básicos -según afirma- se convierten en personajes; tiempo, movimiento, luz, color y dibujo, creando un desdoblamiento entre el medio y lo que se han considerado algunos de sus supuestos". En ese momento se hace realmente importante la mirada del observador, quien debe integrar en su mente el color con la superficie acromática del trabajo.

 

Al aproximarse a la obra de Zuluaga, el espectador puede explicarse cómo, en el momento en que se habla de "muerte" de la pintura, se hace referencia a un género que realmente se encuentra en vías de extinción. Solo cuando se modifica el consenso sobre una nueva forma de aproximarse a este medio, puede hablarse de que reencuentra su lugar en el arte. La identidad entonces, no se recoge en una definición de diccionario, sino que se crea a través de características mutantes y permeables como todo aquello que prevalece.

 

La artista, quiere "pintar sin pintura", empleando láminas de acrílico, papel de seda o luz", poniendo a prueba el acuerdo -tácito y explícito- al que se ha llegado para abordar este concepto, y aprovechando posibilidades que le permiten movimientos lúdicos en el plano sensual y conceptual.

 

En su trabajo "Vuelo de pintura" se refiere a la poética del vuelo del pintor, donde "no solo la pintura se instala en el espacio, sino que el espacio se instala en ella". Para conseguirlo, toma unas obras blancas, de gran formato, en las que aparecen las sugerencias de figuras de pájaros y superpone láminas de acrílico en formato irregular que, dependiendo de su ubicación, "pintan" el museo o la calle, confiriendo, un carácter de objeto a la pintura.

 

Carmen María Jaramillo.

María Fernanda Zuluaga

El vuelo de la pintura

Museo de Arte Moderno de Bogotá

Año 1998

mf.zuluaga20@gmail.com